Crítica: Escenas de caza

Publicada en Time Out Madrid el 11 de febrero de 2018
Vista en el Teatro Pavón Kamikaze
Autora: María Velasco
Director: Alberto Velasco
Intérpretes: Carmen del Conte, Karmen Garay, Rubén Frías, Borja Maestre, Sara Párbole, Txabi Pérez, María Pizarro-Pérez, Julio Rojas y Sam Slade

El mundo sería más justo si no tuviéramos que empezar destacando el valor de montar una obra como esta desde la iniciativa privada, desde una cooperativa de jóvenes actores dispuestos a no casarse con el negocio, sino con el arte, con una ambición más propia de ecosistemas escénicos europeos que españoles. Hay un compromiso desde la base con la creación, desde que se elige contar esta historia de perseguidores y perseguidos, de cazadores y cazados, y se intuye un profundo trabajo en encontrar ambos roles dentro de cada uno, desde la autora del texto (libremente basado en la obra de Martin Sperr ‘Escenas de caza en la Baja Baviera’) hasta los intérpretes, pasando, por supuesto, por el director.

El resultado no es redondo pero, como le pasaba a su montaje anterior, ‘Danzad malditos’, se queda cerca. Falta un poco de pegamento entre las escenas, pero la propuesta nos regala momentos de una gran belleza, visual y emocional. La concepción plástica (bravo, otra vez, Alessio Meloni y David Picazo, escenógrafo e iluminador, y bravo para el vestuario de Sara Sánchez) contribuye en un gran porcentaje al disfrute como espectador, pero la estética le gana a la ética, pues el trasfondo temático de esta obra nos debería estrujar más el estómago. Quizás no acaba de ligar el caldo entre palabra y emoción.

El texto que ha extraído María Velasco a partir de la idea original es una maravilla, lleno de lucidez, de sublimación precisa de esa cara B humana que ya no es ni España profunda, sino planeta profundo, porque en todas parte cuecen habas. Perseguir al diferente, acosarlo porque por su sola existencia cuestiona la de los demás, es deporte mundial. El trabajo de Alberto Velasco, desde una panorámica general, es muy sugerente, pero si hacemos zoom en los actores, creo que falta seguir puliendo y abordar algunas escenas que parecen dirigidas a contra texto (la de la receta es una de ellas). Pero la panda de los Malditos, los actores, se llevan el gato al agua una vez más, porque ponen todo y más en escena. Mi alabanza va especialmente a los aportes de Karmen Garay, Borja Maestre y Sara Párbole, pero mi aplauso es para todos.