Crítica: La respiración

Publicada en Time Out Madrid el 28 de enero de 2016
Vista en el Teatro de La Abadía
Autor y director: Alfredo Sanzol
Intérpretes: Nuria Mencía, Gloria Muñoz, Pau Durà, Pietro Olivera, Martiño Rivas y Camila Viyuela

Todos y todas sabemos lo que es ese momento en el que nos abandonamos a la abulia y a la desidia, ese momento en el que nos dejamos en manos de la soledad y la tristeza después de una ruptura sentimental. Ese momento en el que nos traga el sofá, nos ponemos tibios de conguitos y lloramos viendo cualquier tontería en la tele a altas horas de la madrugada abrazados a un cojín. Es en esos momentos, que piensas que nada tiene sentido, cuando una fantasía te puede salvar y devolverte al mundo real, fortalecido, por paradójico que parezca.

Nagore (en una brillante interpretación de Nuria Mencía que pasa por un abanico de emociones apabullante) está hecha polvo, necesita a su madre para curar el vacío existencial en el que vive desde que se separó hace un año. Necesita a su madre y, sencillamente, la hace aparecer. Este juego de la imaginación pone al teatro donde siempre ha estado: en el lugar donde reflejamos las vidas de otros para entender las nuestras. Lo dice Gloria Muñoz, en otro papel memorable, encarnando a la madre de Nagore: “la ficción es el mejor entrenamiento para la realidad”.

Nagore se deja ir como una Alicia en el país de las maravillas en una peli de Woody Allen (una de las buenas, de las de los 80), atravesando una fantasía que la transformará de cabo a rabo. Alfredo Sanzol arma un dispositivo genial (con su par de momentillos de bajón) para sanar a Nagore y, de paso, sanarse él mismo de su propia separación (no lo oculta) y encontrarle sentido de nuevo al amor. Y lo hace con su brillante sentido del humor, para el que, más que nunca, son necesarias interpretaciones de 10, como las que obtiene de cada uno de sus seis actores y actrices en ‘La respiración’. Divertida y profunda, transformadora, lo uno y lo otro se vive sin grandes intelectualizaciones. Simplemente se trata de encontrar de nuevo el ritmo normal de nuestra respiración, de reencontrarnos con nosotros mismos.