Entrevista: Concha Velasco

“Es impresionante la gran capacidad de amar de las personas con Síndrome de Down, nadie abraza y besa tan incondicionalmente como ellos”

Publicada en Revista Godot en noviembre de 2014

Cuando casi ha derrotado a la enfermedad, la actriz vallisoletana, indestructible, inconmensurable, vuelve a los escenarios con Olivia y Eugenio, de Herbert Morote, dirigida por su adorado José Carlos Plaza y compartiendo escena con 2 chicos con Síndrome de Down, Rodrigo Raimondi y Hugo Aritmendiz, que hacen la función alternativamente unos días uno y otros el otro. Es un placer escucharla al otro lado del teléfono con su vitalidad habitual, tan maternal y tan artista, tan mujer y tan actriz. Es un monumento vivo de nuestro teatro y no nos cansaremos de decirlo.

Lo primero, ¿cómo estás?
Estoy estupendamente, hijo mío, muy contenta. Ya no tengo que volver a revisiones hasta últimos de enero, la última analítica ha sido fantástica, así que estoy feliz.

Me hace mucha ilusión volver a entrevistarte porque hace 4 años cuando estrenabas La vida por delante hicimos una entrevista y además fuiste portada del número 1 de Godot…
Es verdad, me acuerdo, y eras tú.

Era yo, efectivamente, y entonces ya hablábamos de que te retirabas y mira…
Yo siempre digo esas cosas cuando voy a empezar un nuevo proyecto o un nuevo personaje. Aunque me gusta muchísimo mi trabajo y cada vez que hago una obra nueva soy una persona nueva, pero siempre tengo miedo. Hombre, miedo irresponsable no, porque tengo ya una profesionalidad, unos años pisando el escenario, además con gusto, porque soy vocacional auténtica, pero siempre cuando empiezas a estudiar, te vienen las dudas, los miedos… estaré dando demasiado a mi trabajo y poco a mi vida… Fíjate que si eso mismo te decía yo cuando estrenaba La vida por delante, qué no te diría ahora. Pero no, ahora no te voy a decir eso, porque en esta ocasión no pienso irme a ningún sitio que no sean el escenario o mi casa. Estos meses de reflexión, que no han sido tantos, han sido 5, pero 5 muy intensos, pues han pasado por mi cabeza un montón de cosas, y al final me he dado cuenta de que soy una persona muy afortunada, que no tengo derecho a quejarme de nada. Hombre, me puedo quejar de muchas cosas por los demás, pero no por mí, me puedo quejar por lo que veo en el mundo, por lo que veo en España, por lo que veo a mi alrededor, pero yo es que salgo de todo, tengo una fortaleza genética maravillosa, y luego me he dado cuenta de que lo que más me gusta en la vida lo he conseguido, que es salir al escenario, vivir otras vidas, que me aplaudan y que mi familia me quiera. Figúrate, como para retirarme de nada.

Desde el estreno en Zaragoza, ya habéis podido mostrar Olivia y Eugenio en varias ciudades. ¿Qué tal el reencuentro con tu público?
Yo no veo al público, pero luego, cuando cae el telón, veo que se ponen en pie y aplauden durante mucho rato y que están emocionados, pero no emocionados porque tengan un familiar con síndrome de Down y se hayan sentido identificados con lo que cuenta la obra, sino porque la obra misma les emociona.

Olivia y Eugenio habla mucho de lo que es ser o no ser normal…
Claro, es que: ¿quién es normal y quién es anormal? Para defender a Eugenio, Olivia le dice: cuando naciste me dijeron que no serías normal y yo digo: ¿quién es normal?. Es una escena maravillosa, pero para mí ha sido, y está siendo, muy dura, gratificante, pero dura por las emociones que hay que transitar.

La obra se presenta con conceptos antagónicos: tragedia con humor y ternura, donde sobrevuela la idea del suicidio a pesar de tener una gran vitalidad.
Morote, el autor, tiene un chico Down de 45 años y creo que únicamente cuando les conoces de cerca puedes comprender lo que significa para la familia. Hace nada esto se ocultaba, pero los que lo han vivido saben que ese rechazo inicial se convierte en una auténtica bendición. Es Eugenio, que aquí interpretan dos chicos alternándose según el día (Rodrigo Raimondi y Hugo Aritmendiz), el que hace que Olivia cambie su decisión suicida y es el que la alegra y la divierte con su amor y con sus besos. A mí nadie me ha besado nunca como me besan ellos en escena. Hay un momento que le dice ella: “es que tú miras a todo el mundo con simpatía, no ves el envoltorio de las personas, no sabes si son bonitas o feas, abrazas a todo el mundo.” Y es verdad, ellos abrazan y besan y les da igual quién seas y cómo seas.

¿Qué es lo mejor de trabajar con ellos?
Si todos los espectadores me miran y me escuchan como lo hacen ellos en escena, con esa atención y ese amor… pues nunca me retiraría.

Bueno, a lo mejor el teatro es para ti como Eugenio para Olivia…
¡Uy!, pues ahí le has dado, creo que sí… no lo había pensado. Eugenio me ama, me besa, me da ternura y calor… ¡y el teatro también!

IMG_0238.JPG