SHOW NO MERCY, MOSES (Catálogo de viejas masculinidades)

UN COMPUESTO ESCÉNICO DE GERMÁN VIGARA Y ÁLVARO VICENTE PARA LACONPANY

RESIDENCIA Y ESTRENO EN RÉPLIKA TEATRO. CENTRO INTERNACIONAL DE CREACIÓN

MARZO-MAYO 2021

PROYECTO REALIZADO CON EL APOYO DEL PROGRAMA DE AYUDAS A LA CREACIÓN Y LA MOVILIDAD DEL AYUNTAMIENTO DE MADRID

 

INTÉRPRETES: GERMÁN VIGARA Y ÁLVARO COBAS
DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN: ÁLVARO VICENTE
AYUDANTES DE DIRECCIÓN: CATERINA MUÑOZ Y TERESA RIVERA
ESCENOGRAFÍA, VESTUARIO E ILUMINACIÓN: PAULA CASTELLANO
VISUALES: MARTA VALVERDE
ASESORA DE MOVIMIENTO: MANUELA BARRERO
MÁSCARA PREDATOR: ÁLVARO AGUADO
PRODUCCIÓN EJECUTIVA: LACONPANY
COPRODUCCIÓN: RÉPLIKA TEATRO

 

SNMM2 ©Laura Muijueiro

 


 

 

SHOW NO MERCY, MOSES (Catálogo de viejas masculinidades)

Compuesto escénico de Germán Vigara y Álvaro Vicente para Laconpany.

Dedicado a:

Fernando Sánchez Dragó,

Plácido Domingo,

Joan Ollé,

Arturo Pérez Reverte,

Javier Marías

y otras jóvenes gimnastas de la palabra.

Dedicado también a:

Alberto Conejero,

Lluis Homar,

Alfredo Sanzol,

Carlos Aladro

y otras chicas del montón.

Y ya más en serio,

la mandanga está dedicada

a nuestros padres y abuelos.

Hombre,

como debe ser.

Lluis Pasqual in memoriam…

(En off, conversación telefónica entre Álvaro Vicente y Juan Vinuesa)

JV – Pero qué dices tontopollas, que Lluis Pasqual no se ha muerto.

AV – ¿Cómo que no? Se murió el año pasado.

JV – Que no, qué dices, si está dirigiendo el teatro de La Caixa en Málaga, el

de Antonio Banderas.

AV – No, no, dimitió.

JV – Pues estará en otro sitio, pero muerto no está.

AV – Entonces, ¿quién se murió, José Luis Gómez?

JV – Tampoco.

AV – ¿Alonso de Santos?

JV – En serio Álvaro…

AV – ¿Pérez de la Fuente?

JV – Estás fatal…

AV – Alguien se murió.

JV – ¿El año pasao? ¿Que si se murió alguien el año pasao, en 2020?

AV – Ah, coño, Gerardo Vera.

JV – ¿Y se lo vas a dedicar a Gerardo Vera?

AV – Ni de coña… aunque una vez me llamó para decirme que le había

encantado una entrevista que le hice a Juan Echanove.

JV – Pero la dedicatoria esta es irónica, ¿no?

AV – Eh… claro, joder… en realidad le voy a dedicar la obra a Pasolini.

JV – Venga, hasta luego.

 

“Por eso sólo quiero vivir,

aun siendo poeta

porque la vida se expresa sólo consigo misma.

Quisiera expresarme con ejemplos.

Arrojar mi cuerpo a la lucha”

Pier Paolo Pasolini


 

 


 

 

ESCENA 8. HORMONA DE SEDA

Ahora cierra los ojos y escucha.

Le hablo a tu cerebro.

Tu cerebro no tiene sexo ni género.

Es solo un cerebro.

Un órgano.

Materia a bordo de tu cabeza.

Tu cerebro no te define como hombre ni como mujer.

Todos somos un continuo.

Una suma de partes.

Algunas más femeninas y otras más masculinas.

Los cromosomas sexuales nos diferencian.

El cerebro no.

La socialización de cada cual nos diferencia.

El cerebro no.

Nacer y crecer en una determinada cultura nos diferencia.

El cerebro no.

La genética activa un desarrollo hormonal que nos diferencia.

El cerebro no.

Hay una verdad de la que nadie habla:

Todas nacemos hembras.

Tú también.

A las ocho semanas de gestación el cromosoma Y entra en acción.

Y aparece la testosterona.

La testosterona es la responsable de conformar eso que llamamos hombre.

Durante su primer año de vida, la cantidad de testosterona de un niño es

superior incluso a la de un adulto.

El niño prepara su cuerpo para ser un hombre.

A los 12 meses de vida, la testosterona cae en picado.

Ha cumplido su primera misión.

¿Qué, cómo, dónde, cuándo se diseña esa misión?

¿En qué momento de la evolución se estableció lo que debía ser un hombre?

¿Era por supervivencia?

¿Por adaptación al medio?

¿Podríamos hablar de obsolescencia genética?

¿Tiene sentido un hombre en nuestro tiempo genética y hormonalmente

similar al que se irguió sobre sus dos piernas hace millones de años?

¿Podemos responder nosotro s a esta pregunta?

¿Podemos afirmar con rotundidad que el cerebro no nos diferencia como

acabamos de hacer?

Determinadas regiones cerebrales se desarrollan más o registran mayor

actividad en hombres que en mujeres, y viceversa.

Bien.

Convengamos que un niño desarrollará más sus capacidades de defensa del

territorio o su ímpetu sexual, su impulsividad o su fuerza física por una causa

biogenética.

Si eliminamos la moral de la ecuación,

ser fuerte, impulsivo o impetuoso no tiene por qué ser negativo.

Son capacidades desarrolladas para sobrevivir y protegerte a ti y a otros que

te importan.

Accionamos en base a esas capacidades

combinadas con la cultura que nos acoge y la política que nos gobierna

y con la cantidad de testosterona que,

como hombres o como mujeres,

atesoramos.

La Naturaleza nos regala esa cantidad

y la endocrinología se encarga de aumentarla o disminuirla

según las necesidades de cada momento.

Esas moléculas bautizadas como testosterona, progesterona o estrógeno,

pronto serán la base de una serie de medicamentos cuyo desarrollo,

prescripción y administración subvertirán en no pocas ocasiones los límites

de la ciencia y de la ética para terminar actuando como dispositivos de

subjetivación controlados por los gestores políticos de la vida y por la

industria farmaceútica.

Pero respira…

La testosterona tiene una misión:

prepara y ayuda al ser humano a perpetuar y mejorar la especie.

Una vez que cumple su cometido se va retirando paulatinamente.

En el seno masculinizado,

otras hormonas asumen el protagonismo, como la oxitocina,

responsable, por ejemplo, de que nuestros abuelos sean tan adorables.

Si con 70 años un hombre tuviera que seguir siendo un ser impetuoso,

jerárquico, impulsivo y sexualmente activo por mandato biológico,

no haría falta la Viagra.

La Naturaleza se encargaría.

Ahora bien, la evolución también nos ha permitido mejorar

nuestra experiencia de vida.

Bienvenida sea, entonces, la Viagra.

Que con 70 años y un bote de pastillas azules en el bolsillo

compartas amor, cuidado, respeto y placer con una persona de mutuo

acuerdo

o que te folles niños o niñas de 15 años

explotadas sexualmente por el heteropatriarcado capitalista…

es otro tema.

Respira hondo.

Abre los ojos.

Muchas gracias.

 


 


 

ESCENA 22 – No puedo llegar al coito porque me molesta tu pelambrera

¿Sabes la peli de Boiler Room?

Yo eso lo he vivido, cuando tenía 20 años.

Trabajé en sociedades de inversión.

La bolsa es una puta locura, tío.

A nosotros nos llevaron en autobuses a la planta de arriba de la Kapital,

reservada.

Nos llevaron al showgirls de la carretera de La Coruña, reservado.

25 botellas de Vega Sicilia en la comida

Un desparrame… coca, putas, todo a saco.

Con las pibas se iba el que quería. La gente es muy guarra, macho.

A ver, tú ganabas medio millón de pelas al mes en el año 97

¿Sabes lo que es eso?

Los jefes ganaban de media 3 o 4 millones.

Y la gente normal ganaba 100.000 pelas al mes.

El curro era como vender libros:

Se trataba de hacer tres o cuatro openings al mes, clientes nuevos, todo muy

yanki. En la oficina el ruido era constante, es una cosa que se llama Bekrom,

tiene que haber ruido todo el puto rato. Los primeros 10 días te los pasas

serpenteando entre las mesas de los 60 tíos que hay en la oficina, recitando

el guión en voz alta: como le iba diciendo, señor Martínez, le puedo hablar de

los porcentajes y no podrá rechazar la oferta… tenías que repetir lo mismo en

las primeras llamadas. Luego los tres jefes de sala se pasaban el día

gritando: ¡¡vamos, cabrones, que se nos echa la noche encima y no habéis

vendido una mierda!! Te gritaban aquí al lado y tú le gritabas todavía más al

cliente, y el de al lado gritaba más que tú, un griterío constante, y el tío que

está al otro lado del teléfono está acojonao. Es como el fútbol, ruido, ruido,

ruido. O un compañero se ponía a tu lado mientras estabas hablando con un

cliente y se ponía a cantar: no puedo llegar al coitoooooo porque me

molestaaaaaa tu pelambreraaaaaaaa…

Estábamos distribuidos en 3 equipos, cada uno con su jefe directo, y si tu

equipo ganaba te daban 100.000 pelas más. Todo tíos, claro, Vendíamos

ilusión y fuerza, ilusión y fuerza. Hubo una época que solo currábamos hasta

las 3, España estaba a tope de pasta por todas partes, con Aznar. Yo me fui a

Londres y me gasté un millón de pelas en 5 días. Era una barbaridad, nos

poníamos de farlopa todos los días, había peña que se metía a todas horas y

todos los jueves celebrábamos el cumpleaños de uno.

Nos pilló todo, la Guerra del Golfo, la crisis asiática… todo.

En otra sala de la oficina estaban las tías, 30 o 40 pavas, y no nos veíamos

en todo el día, solo al entrar y salir, y la tensión sexual acumulada hasta

arriba. Ellas llamaban antes que nosotros en plan: ¿está interesado en recibir

información de bolsa? ¿Tendría un capital mínimo de 2 millones para invertir?

A ti te lo voy a decir. O no, a lo mejor sí, y cuando uno decía que sí, nos lo

pasaban a nosotros para rematar la faena. Eran 2 máquinas funcionando a la

vez, y luego ya fuera de la oficina a follar, había cada pava… te cruzabas por

un pasillo y te quedabas mirándola con la mirada de “te daba un pollazo que

la dejaba del revés, hijadeputa”.

Todo ahí, todo arriba, llamabas a un tío y sin mediar palabra: quieres mirar el

puto fax que te acabo de mandar, joder, Antonio, no me jodas, cállate que no

tienes ni puta idea, así todos los días, discusión pura y dura, agresividad, me

habré cargado, yo qué sé, 15 o 20 teléfonos de la mala hostia al colgar. Y de

pronto viene tu jefe que ve que no le estás metiendo demasiada fuerza y se

sube a la mesa y le da una patada a tu teléfono y a tu fichero y te da un

empujón y te grita en la puta cara: ¡le vas a meter fuerza ya o te vas a ir a

comer pollas al Parque del Oeste! Y cogías el teléfono con una rabia que

llamabas a un tío y… qué pasa, que qué pasa, ¡que me voy a cagar en tu

puta madre!

Meter fuerza, hacerles entender que no tienen ni idea de nada, que si te

estoy diciendo que va a subir el cobre por esto y por esto, tú te callas y me

haces puto caso. A la peña le encantaba que le hablaras así, si no, no me

explico cómo soltaban los millones así.

De pronto un mes íbamos mal y nos bajaban a todos al garaje donde los jefes

tenían los coches: ferraris, un audi A8 blindao, maserattis… te daban la

charla rodeado de cochazos, era eso o comer pollas en el Parque del Oeste.

Nos ponían a parir y luego te enseñaban sus coches, los cabrones, pero es

que eso no eran cochazos, eran coches que no habías visto en tu puta vida.

Yo no me ponía, en vez de ponerme un lonchazo, llegaba por la mañana y

me ponía 2 cafés con 3 sobres de azúcar y cuando sonaba el timbre como

locos a llamar viendo cómo estaba hablando Tokio o cómo iba a hablar

Nueva York. Me comía 8 o 10 katovits al día, jugábamos a opciones sobre

acciones del Nasdaq, la primera vez que compré Yahoo a 15 dólares en

cuatro meses estaban a 125, un locurón.

Un día llegamos a trabajar y no pudimos entrar, estaba la policía judicial

registrando la oficina. Pero nos subieron a un autobús y nos llevaron al zoo

¡todo el día! Todo el puto día bebiendo, zarpándonos, follando en los baños

del zoo… muy loco. Y por la tarde nos dejaron en casa. 2 días después

precintaron la oficina definitivamente, nadie pudo ir siquiera a por sus cosas.

La empresa venía humo, ya sabes, era todo falso, se quedaban la pasta, no

la invertían. No, no la invertían. No la invertían. No la invertían. No la

invertían. No la invertían. No la invertían. No la invertían. No la invertían. No

la invertían.

 


SNMM3 Captura