Barro. Mapa de las ruinas de Europa 1

Programa de mano para los Teatros del Canal, publicado en noviembre de 2018

 

“Ahora voy a contar de uno a diez. Cuando llegue a diez, estará en Europa”

Europa. Lars Von Trier

1) DE AQUEL BARRO, ESTOS LODOS 

Somos el producto del lugar en el que nacemos, crecemos y/o vivimos.

El director de BARRO, José Luis Arellano, y sus autores, Guillem Clua y Nando López, nacieron en los años 70 y crecieron en los 80 y los 90.

En aquella época nos contaron un cuento, el cuento de Europa, que era casi un cuento de hadas.

Los españoles vivimos, además, ese otro cuento del milagro económico,  las olimpiadas, los felices años 90, la prosperidad, las hipotecas…

Pero apenas se inauguró el siglo XXI, España, Europa y el mundo entraron en crisis.

Sí, esa crisis que todavía colea, aunque los mercados saquen músculo.

Porque esta crisis ha reventado los cimientos morales del mundo occidental, nuestro mundo.

Más que una crisis económica ha sido una crisis de valores, una crisis cultural.

Hace 100 años, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Europa también estaba en crisis.

¿Ha dejado de estarlo alguna vez?

A lo mejor lo de los 80 y los 90 era solo un paréntesis…

2) GENERACIÓN AMNESIA

Después de la Primera Guerra Mundial vino la Segunda. Y después de la Segunda los tipos que mandaban se reunieron y dijeron: ey, vamos a dejar de matarnos, ¿no? Que Europa es la cuna de la civilización occidental, del progreso, del Humanismo.

Pero luego llegó el euro y se olvidaron de los principios integradores y humanistas y Europa se convirtió en un enorme supermercado.

Hoy todo se compra y se vende y tocamos más las pantallas que los cuerpos.

La filosofía y la historia pierden terreno, porque alguien decidió que no son las asignaturas que más molan.

Pero si no nos enseñan a pensar el futuro mirando el pasado, nos convertimos en barro manipulable.

Si olvidamos lo que pasó, no seremos capaces de ver la gravedad del actual ascenso de las ideologías neofascistas por toda Europa y nos abrazaremos a sus banderas pensando que nos van a salvar la vida.

Y nos la quitarán.

La energía y el impulso de los jóvenes no se puede desperdiciar en batallas estériles.

3) PRIMER CAPÍTULO DE UNA TETRALOGÍA

Todo este runrún está en el origen de BARRO, la obra que inaugura el nuevo proyecto de La Joven Compañía: una tetralogía sobre el siglo que nos ha hecho lo que somos.

El primer capítulo tenía que estar centrado, por fuerza, en la Primera Guerra Mundial.

El origen de la actual Europa de las Naciones está en aquel conflicto de hace 100 años que acabó con la Europa de los Imperios.

Se trata de pensar la guerra desde hoy y desde España.

Nuestro país quedó al margen, fue neutral, no luchó en ningún bando.

Bien porque no perdimos gente.

Mal porque, andando el siglo, solo fuimos capaces de abrazarnos al fascismo, más que ningún otro.

4) CONTAR, NO DAR LECCIONES DE HISTORIA

El teatro no es la escuela.

El escenario no es un aula.

Es cuestión de aprovechar el potencial narrativo y simbólico del teatro para conocer a unos personajes, pasarlo bien (o mal) con ellos y con sus peripecias, y luego ya, con lxs colegas, reflexionar sobre lo que hemos visto.

La Joven Compañía lleva haciéndolo así desde hace unos años, contándonos el mundo de hoy a través de obras clásicas y contemporáneas, pero siempre desde una lectura particular.

Ahora nos quieren contar el siglo XX europeo apelando a su universo emocional, a sus protagonistas anónimos, a los seres y a su intimidad.

“El relato es lo más importante”, dice Guillem Clua.

“Es a través del relato, de la peripecia, que conseguiremos la emoción, el mensaje”.

5) VIAJE A LA INTRAHISTORIA

“Pese a todas las diferencias en cuanto a destino, roles, sexo y nacionalidad, les une el hecho de que a cada uno de ellos la guerra les robó algo: la juventud, las ilusiones, la esperanza, la humanidad; la vida”

Peter Englund. La belleza y el dolor de la batalla

Guillem y Nando se han tirado casi un año leyendo, hablando, viendo películas, documentales, hablando, mirando fotos, hablando.

Han redescubierto a Stefan Zweig, el gran cronista literario del siglo XX.

Y encontraron en el mastodóntico volumen de Peter Englund La belleza y el dolor de la batalla la clave definitiva para escribir BARRO: las cartas, los testimonios reales de los protagonistas, de los jóvenes que fueron felices a una guerra de la que no sabían nada.

“Ha sido un viaje a la intrahistoria”, dice Nando López.

“A pesar de ser una obra que habla de algo muy colectivo, porque no hay nada más colectivo que la guerra mundial, quisimos hacer algo muy íntimo”.

6) EL ESPEJO

La Historia está llena de datos, nombres, conceptos…

Para llevar eso a una obra de teatro, como a una película, hay que generar unos personajes concretos que sean el espejo de una realidad en el que mirarnos.

BARRO está protagonizada por jóvenes franceses y alemanes fundamentalmente, también rusos y británicos.

“Los países y las ideas deben estar encarnados en vidas reales”, dice Nando.

Íngrid, André, Helmut, Marcel, Klaus, Pierre, Érika y Masha son sus nombres.

Jóvenes de distinta procedencia, de distinta clase social, patriotas o pacifistas, feministas o misóginos, valientes o pusilánimes.

Pero, sobre todo, jóvenes.

“Es la materia prima de la que se nutre toda guerra.

La guerra es la máquina destructora de juventud por excelencia”, dice Guillem.

7) VALORES DE AYER, HOY Y SIEMPRE

La guerra es sinónimo de valores y conceptos como valentía, honor, patriotismo, justicia.

Lo mismo hoy nos suenan a chino. ¿O qué?

Son los mismos conceptos que sustentan el esqueleto argumental de Juego de tronos, sin ir más lejos.

O de Fire Emblem, Call of Duty, For Honor…

Aquí se trata de entender que aquellos jóvenes que fueron a luchar a la Primera Guerra Mundial se despedían de sus seres queridos mano en alto desde un tren, con la sonrisa y la esperanza de volver pronto.

Que vieron que esos valores que los empujaron a la batalla se resquebrajaron pronto.

La guerra no acabó enseguida y fue una auténtica masacre inesperada.

8) MAQUINARIA DE GUERRA 

“Lo que los hombres producen pueden destruirlo otra vez, lo que destruyen pueden construirlo de nuevo”

Hannah Arendt. ¿Qué es política?

 

En la Primera Guerra Mundial, personas del siglo XIX fueron, sin saberlo, a una guerra del siglo XX.

Una guerra en la que se usa el gas como arma por vez primera, en la que se inventa el tanque para aplastar las tupidas alambradas de las líneas enemigas, donde se perfeccionaron el mítico Mauser (fusil de repetición) y las ametralladoras.

Y a partir de ahí, la industria armamentística fue, hasta hoy, uno de los motores de las economías capitalistas más fuertes del mundo.

El avance tecnológico, siempre de la mano del avance militar: ¿aliado o enemigo?

9) TEATRO BÉLICO

En España no estamos tan acostumbrados a ver teatro bélico.

En países como Inglaterra es un género más común.

Allí triunfa ahora, por ejemplo, War horse, obra basada en la novela juvenil de Michael Morpurgo que Steven Spielberg llevó al cine en 2011.

También está ubicada en la Primera Guerra Mundial.

Para José Luis Arellano ha sido un referente claro a la hora de dirigir BARRO.

Arellano ya se las vió con la guerra anteriormente en la Iliada, también con La Joven Compañía, o en La piel en llamas, un texto de Guillem Clua.

10) LA METÁFORA PERFECTA

Toda una guerra reducida a una palabra.

Hoy que Europa se nos revela como un gigante con pies de barro.

Hoy que el barro de las trincheras no nos salpica porque hay una pantalla por medio.

Barro ambivalente.

“El barro no deja de ser algo fundacional”, dice Nando López.

“Es un material de creación”.

Como la guerra, que comporta la destrucción para la construcción.

Paradoja terrible de la Humanidad.

“La guerra –dice Guillem- nos deja las ruinas;

las ruinas se convierten en tierra;

la tierra se transforma en barro;

y con el barro se construye lo nuevo”.