Explore el jardín de los Cárpatos

Programa de mano para Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque, publicado en mayo de 2022

 

EXPLORE EL JARDÍN DE LOS CÁRPATOS. José y sus hermanas

 

“Saldremos mejores”… ¿Se acuerdan? “No queremos volver a la normalidad, porque la normalidad es el problema”… ¿Os acordáis? Hace poco menos de un año, verano de 2021, en el contexto de la presentación de la vigente temporada, escribíamos un texto para la web de Conde Duque sobre esta pieza, cuyo proceso creativo se vio interrumpido por la llegada del coronavirus y cuyo leit motiv principal es el turismo y la Marca España (con toda su ironía histórica a cuestas).

Nos preguntábamos en aquel texto si, pasado lo peor de la pandemia, que había interrumpido el flujo turístico en todo el mundo, seríamos capaces de reinventar esa forma de colonización comercial, turbocapitalista y deshumanizadora cuya principal víctima es el planeta. Bueno, pues acabo de volver de una corta estancia de Semana Santa en Barcelona, lugar de origen de la compañía José y sus hermanas. Hubo revuelo por un partido del Barça contra el Eintracht de Frankfurt, con el Camp Nou tomado por aficionados alemanes que habían llegado en tropel (30.000 aprox.) sabiendo que, aun sin entrada, terminarían entrando en el estadio. La ciudad, desde la Plaza de Catalunya hasta la Barceloneta, era un caudal apretado de personas que hablaban de todo menos catalán y español. Eso sí, muchas camisetas del Barça (quién sabe en qué exótico lugar se confeccionaron y cuán jóvenes eran las costureras).

No, no hemos salido mejores, la normalidad es la norma, valga la redundancia, valga el mercado. Ah… en una playa del Maresme, a 25 grados en abril, la gente evitaba bañarse, porque igual el agua todavía estaba algo fría, pero sobre todo porque flotaba, a escasos 5 metros de la orilla, una sustancia amarillenta que bauticé como vómito de Neptuno.

Hablemos de la obra que habéis venido a ver, sí, y perdonad la digresión. Aunque, estimado lector, estimada lectora, estimade lectore, esta incursión previa, este entrenamiento pre-función, esta lectura que mata los 5 o 10 minutos que tarda la gente en acomodarse en las butacas, podría haber comenzado para ti mucho antes. Ya es tarde. No pasa nada. José y sus hermanas son inquietos millenials con la pasión, el talento y la energía necesarias para sobreponerse a los condicionantes pandémicos y, lejos de detenerse, decidieron incorporar al proceso creativo de Explore el jardín de los cárpatos toda la batería comunicativa que ofrecen los entornos online. Así, en los meses de cuarentenas reincidentes y suspensión de funciones, alimentaron su canal de youtube con una suerte de videoclips muy bizarros, desarrollaron una web en la que uno puede hacer submarinismo crítico digital (www.exploreeljardindeloscarpatos.com), hicieron streamings y encuentros por zoom, crearon una lista de spotify con los éxitos veraniegos inmortales de ayer, hoy y siempre y hasta ensayaron reflexiones escritas que conviven con todo su imaginario propio, su estilo ya conquistado como compañía escénica, antiguo pero moderno, como dice la canción de Novedades Carminha. Un lugar conquistado pero no enquistado. Conquistado pero no alicatado hasta el techo como ese apartamento barato de playa, donde la constructora, una vez entregado, no se hace responsable si se te desconcha una preciosa moldura de escayola al minuto y medio de poner un pie en el piso, mientras admiras tu trocito de mar, allá, a lo lejos.

La pandemia, la interrupción de la vida, la vuelta de la neocolonización turística con menos escrúpulos que antes incluso, los negocios del ladrillo, el sol, la playa, el gran prix del verano, Marina d’Or Ciudad de Vacaciones dígame, de Sonia y Selena hasta el trap y más allá, canciones y consignas, humor y crítica social, el cóctel posmoderno de José y sus hermanas con sombrilla de daiquiri, croma y crema solar, bañador de una pieza, vídeo en tiempo real, cachondeo y bisturí, ritmo, ritmo de la noche. Un despliegue escénico que habla del presente y piensa el futuro con conciencia de pasado, del tiempo y el espacio de los que estuvieron aquí antes que ellos. Saben que esto no se entiende sin aquello. Y que lo porvenir seguirá siendo resultado de sumas y restas pretéritas.

Aquella estructura todavía deslavazada pero chispeante que salió del Institut del Teatre en 2017 es hoy una compañía que ha encontrado un lenguaje contemporáneo que funciona y que no se arredra a la hora de echar mano de elementos tradicionales de la cultura popular. Detrás de cada uno de sus tres trabajos (el primero, Los bancos regalan sandwicheras y chorizos, sobre la pervivencia del franquismo en los acuíferos subterráneos de nuestra cultura; el segundo, Arma de construcción masiva, sobre la educación y todo lo que centrifuga; y el tercero, Explore el jardín de los cárpatos, título “robado” de una campaña rumana para hablar de este movimiento sinsentido de recolección de selfies que llamamos turismo), hay un exhaustivo trabajo de investigación, muchas preguntas y la acumulación de técnicas escénicas que se superponen para convertir al quinteto que vemos en escena (Alejandro Curiel, Marta Díez, Carolina Manero, Gemma Polo y Glòria Ribera) en un máquina pentacéfala de diversión y denuncia a partes iguales. Lo bueno es que no pontifican; como ellos mismos reconocen, solo explican las cosas desde su punto de vista, y si la gente se identifica, genial. Si no lo hacen, pues se siente, no pasa nada, no hay que estar de acuerdo. Sea como sea, es uno de esos combos que ha permitido la entrada de aire fresco en los ambientes teatrales, porque como ya sabemos gracias a un virus impertinente (y a nuestras abnegadas madres y abuelas), qué importante es abrir las ventanas y ventilar la casa. A ver si cunde el ejemplo.