Fortunata y Benito

Programa de mano para los Teatros del Canal, publicado en febrero de 2020

 

En 2018 se cumplían 175 años del nacimiento de Benito Pérez Galdós. En este 2020 se conmemoran los 100 años de su muerte. Las bibliotecas municipales han marcado esta doble efemérides en sus calendarios de actividades bajo el título genérico de Bienio Galdosiano, pero será este año el que se colme de homenajes como el que ya el 4 de enero (fecha del fallecimiento del escritor) tuvo lugar en el Parque de El Retiro, una ofrenda floral en el monumento que recuerda al autor de los Episodios Nacionales. Además, el Ayuntamiento ha creado una aplicación móvil para seguir las huellas de Galdós por la ciudad, donde dejó una impronta imperecedera que conviene reclamar. Porque don Benito, hoy, lo tendría ciertamente difícil, como lo tuvo en su tiempo, siendo como era declaradamente anticlerical, antimonárquico y antitaurino. Y si no feminista, por si es mucho decir, sí un hombre que demostró una sensibilidad nada habitual en su época hacia las mujeres, a las que hizo protagonistas de muchas de sus historias.

 

El Año Galdós hace parada aquí en los Teatros del Canal de la mano de esta producción de La Joven que ha dirigido Laila Ripoll a partir de un texto suyo que bebe de algunas obras del escritor canario. El montaje es casi un musical donde se ha tratado de desempolvar esa imagen adusta de anciano respetable –que también lo fue- de Galdós, para explorar esa otra imagen, más lejana, del Galdós imberbe, de un Galdós joven descubriéndonos el Madrid al que llegó en 1862 desde Gran Canaria y alentándonos a levantar los ojos del móvil y redescubrir la ciudad que habitamos, que como la que él conoció, guarda una historia en cada esquina.

 

“Siempre imaginamos a Galdós como un vejete con bigote, pero lo cierto –dice Laila Ripoll- es que hubo un tiempo en el que don Benito fue un joven alto, seductor y bien plantado que hacía pajaritas y vivía la bohemia y la noche de Madrid. También hubo un tiempo en el que soñó en un tranvía, en el que asistió atónito a una revolución o desolado al asesinato de Prim”. Un tranvía llamado sueño, podría titularse, jugando con Williams, esta obra que arranca en un vagón de metro. Una chica se despide de sus compañeros de instituto y se zambulle en los apuntes de literatura, preocupada por si le cae Galdós en selectividad. Y sí, le cae Galdós, pero le cae casi encima. El típico cansancio que arrastran los estudiantes en tiempo de exámenes le entrega a Morfeo como el propio escritor se dejó vencer por el sueño en La novela en el tranvía, un relato en el que Ripoll se ha apoyado para construir la estructura de la obra. Ese joven y apuesto Galdós se sienta al lado de la chica, Nadia, y le lleva de la mano por este y aquel Madrid, a conocer la historia de dos mujeres que no podían ser más distintas: Fortunata y Jacinta.

 

La obra es urbana y musical. Como la que sueña es Nadia, una chica de 17 del Madrid de hoy, en su ficción onírica Fortunata es una choni de barrio –a mucha honra- y Jacinta una pija de manual, y ambas cruzan sus vidas con Juanito, machito de polo y náuticos, estudiante de Derecho, y con Maxi, menos agraciado y a vueltas con sus estudios de Farmacia. El quinto personaje es Mauricia la Dura, punto de fuga, emblema de libertad y descaro, metáfora de esas mujeres únicas que, por serlo y por mostrarlo, son calificadas de locas o de cosas peores. Esta gente ya no canta tonadillas, sino que rapea; ya no baila pasodobles, sino que perrea; ya no admira a Sarah Bernhart, sino a Rosalía. Laila Ripoll –casi obligada a ponerse al día-, y Alberto Granados, responsable de todo el trabajo musical, se atreven hasta con el trap. Galdós y el trap, buen título para un tratado sobre la actualización de los clásicos.

 

El otro rasgo de contemporaneidad está en la propia elección del elenco, que nada fortuitamente –estas cosas todavía hay que forzarlas un poquito, esperemos que pronto no tenga que ser así- retrata la diversidad social que encontramos en las calles. “Ahora mismo es una prioridad en La Joven –comenta Ripoll: que la misma variedad que hay en el patio de butacas esté en el escenario, que haya gente de diversos orígenes, de muy distintas pieles, texturas y procedencias”. Con este grupo de siete intérpretes, la directora paseó por Madrid quitándole capas como quien descubre los adoquines bajo el asfalto, para comprobar que la ciudad sigue siendo esencialmente la misma, poblachón amable, vital, un tanto caótico, ruidoso, tan moderno y canalla como abrigado en tradiciones y fiestas populares. Madrid, Madrid, Madrid, que canta el chotis. Madrid de andamios, elemento tan abundante en el paisaje urbano actual, como señala el escenógrafo, Arturo Martín Burgos, que ha tirado de este “símbolo” para diseñar el espacio escénico.

 

Laila Ripoll, dramaturga y directora de largo recorrido ya, que ha viajado de los clásicos de nuestro Siglo de Oro hasta el teatro más actual con su compañía Micomicón, se estrena con La Joven de la mano de Galdós, un escritor que para ella no solo recoge toda la tradición literaria española de Cervantes para delante, sino que “abre una puerta hacia lo contemporáneo”. Porque, sin ir más lejos, Valle-Inclán no sería nada sin Galdós, que ya es decir. “Es muy importante –señala la directora- poder volver los ojos hacia ese Humanismo que representaba don Benito. Es un momento idóneo para reivindicar su pensamiento. Hay que reivindicar el krausismo, hay que reivindicar el socialismo, hay que recordar que este hombre abre la puerta a lo mejor y lo más hermoso que nos dio la IIª República, con esas miles de escuelas que se inauguraron, esa filosofía krausista que prende de tal forma que creo que algo nos ha llegado hasta hoy”. Sí, es posible, aunque lo cierto es que hoy, Galdós, no es lectura obligatoria en nuestra enseñanza, tan solo sugerida. Valga este Año Galdós, y esta reinterpretación teatral de su gran novela Fortunata y Jacinta, para abrir de nuevo los libros que seguro todos tenemos a mano: los Episodios, Tristana, Marianela, Nazarín, Misericordia, La desheredada, El abuelo, Miau, Trafalgar, Doña Perfecta, La familia de León Roch, Tormento, Alma y vida

 

 

“Saliendo a relucir aquí, sin saber cómo ni por qué, algunas dolencias sociales, nacidas de la falta de nutrición y del poco uso que se viene haciendo de los benéficos reconstituyentes llamados Aritmética, Lógica, Moral y Sentido Común, convendría dedicar estas páginas… ¿a quién? ¿al infeliz paciente, a los curanderos y droguistas que, llamándose filósofos y políticos, le recetan uno y otro día?… No; las dedico a los que son o deben ser verdaderos médicos: a los maestros de escuela.”

LA DESHEREDADA. Benito Pérez Galdós. Dedicatoria