Kingdom

Programa de mano para Teatros del Canal, publicado en marzo de 2019

 

King Kong y el capitalismo como puntos de partida. Una asociación fácil. Un espectáculo sobre la historia del capitalismo contemporáneo a partir de la película de King Kong. Vale. Claro. Un monstruo ingobernable para cuyo abatimiento hace falta todo un ejército. Un ejército a las órdenes del propio capitalismo. Porque el virus que ha de acabar con el capitalismo está dentro del propio capitalismo. Un ejemplo: la industria bananera.

La inocencia de un plátano, de un simple plátano, encierra, con su vibrante color amarillo, toda la brutalidad del capitalismo, que ha pasado, y sigue pasando, por la Historia como una apisonadora desde finales del siglo XIX. Ah, una cosa que quizás no sepáis: el plátano y la banana son lo mismo, pero claro, nos han tenido que convencer de que el plátano de Canarias es mejor que la banana de no sé dónde por un cierto proteccionismo: las tinieblas de la denominación de origen. Y sí, nutricionalmente puede que haya diferencias, niveles de vitaminas y esas cosas, pero genéticamente es igual el plátano que nos comemos hoy que el que nos comíamos hace 30 años, el de Canarias y el de Malasia.

Lo interesante es ver cómo llega una fruta de escaso consumo, muy localizado en algunos rincones del planeta, a ser un alimento fundamental en la dieta del mundo entero. Y esto en poco más de 100 años. Los 100 años de la escalada capitalista planetaria. La industria bananera es la precursora del mercantilismo contemporáneo más agresivo, más brutal, y con algo tan divertido y tan inocuo como un plátano, las grandes empresas bananeras consiguieron quedarse con grandes extensiones de terreno de Centroamérica, desestabilizar gobiernos, fomentar golpes de estado, crear sus propias repúblicas bananeras y sobre todo crear el intervencionismo de estado, hacer que los estados defendieran a sus empresas y que las propias empresas ya tuvieran más poder que los estados.

“Nos gusta trabajar a partir de metáforas para hablar de cuestiones sobre las que es difícil ponerse de acuerdo, que generan conflicto y el sistema capitalista no puede ser más inaprensible en ese sentido. La realidad, la realidad líquida siguiendo a Zygmunt Bauman, es cada vez más difícil de abordar, porque es muy compleja o muy pornográfica, en el sentido de que se muestra de forma muy violenta, muy evidente, muy directa, buscando la emoción, el titular. Por eso, para hablar del sistema capitalista, necesitamos la estrategia de la ironía y la metáfora. El plátano es una metáfora que complementa la de King Kong, la del gran gorila, el gran macho peludo que domina su isla, su reino, sometiéndolo”. Àlex Serrano dixit.

Aquella inocente fruta, llamada a ser icono pop y saltar a la portada de discos fundamentales de la historia del rock, fue encontrada en mitad de la selva costarricense en el siglo XIX y fue como encontrar un monstruo, un monstruo dulce, sabroso, que termina conquistando el mundo porque, claro, todos tenemos derecho a consumir bananas. Esto es para tomarlo en serio con la perspectiva de la historia y reflexionar sobre cómo las multinacionales han inoculado algo muy peligroso en las sociedades contemporáneas: que los derechos del consumidor van por delante de los derechos del ciudadano, de los derechos humanos.

Capitalismo y consumismo también van de la mano de otro controvertido concepto: patriarcado. Decir lo del plátano como símbolo fálico es muy fácil, sí, pero si juntas capitalismo, King Kong y plátano en la misma frase, la idea de macho aparece irremediablemente.

“La Historia general y la de la economía en concreto están escritas por hombres, absolutamente toda, desde los sumerios. Y el sistema capitalista es un sistema creado por hombres blancos heterosexuales dominantes. Pero más allá de esto, lo que nos sorprendió realmente a medida que íbamos leyendo sobre el sistema capitalista es su enorme capacidad de adaptación, lo camaleónico que es. Es un sistema que ha ido mutando a base de crisis, primero, y de los ataques que recibe. Las crisis no ponen en duda el capitalismo, sino que lo limpian y lo refuerzan. Y las críticas las neutraliza fagocitándolas y devolviéndolas como mercancía, como marca apta para el consumo que genera beneficios. Pasó con Mayo del 68, con el punk, con el 15M, con los movimientos ecológicos y, ahora, con los movimientos feministas. Da cierto pavor ver como discursos feministas actuales, muy críticos con el sistema patriarcal –y por tanto con el capitalismo-, el capitalismo los convierte en marcas, anulando toda su legitimidad. Así pues, Kingdom no habla directamente sobre machismo o patriarcado, pero no lo evita, es más hace apología, apología irónica, se entiendo, porque como el sistema lo fagocita todo, lo que hacemos es hablar de los hombres, de los machos, de la explotación y del dominio sin freno, mostrándolo con toda evidencia”. Álex Serrano again.

 

Tras cuatro espectáculos de una menor envergadura escénica (Catástrofe, BBBB, A house in Asia y Birdie), la Agrupación Señor Serrano sube un nivel en la rueda de la ambición artística y aumenta en Kingdom su dimensión. Quizás asomara una suerte de crisis creativa o una necesidad de cambio en el trabajo de unos creadores que no se esconden a la hora de reconocer que se cuestionan constantemente, ellos y sus montajes. Así es como vieron que la fórmula compacta del dispositivo de vídeo en tiempo real combinado con una escenografía ligera más que seguir generando posibilidades se convertía en un freno creativo. Ante la exigencia de seguir manteniendo un sello característico labrado a lo largo de los años pero poder amplificar la incidencia, decidieron amplificar cada una de las partes que antes habían sido pequeñas.

Así es como llegamos a Kingdom, donde está el dispositivo de cine en tiempo real, con todas sus cámaras, sus pantallas de proyección y las miniaturas, al lado de músicos, bailarines e intérpretes en escena. Y las miniaturas, que son uno de los elementos más característicos de Sr. Serrano, también sufren una ligera mutación como signos escénicos. “En las cuatro piezas anteriores siempre había personajes en miniatura, en figuritas: ositos de gominola en Catástrofe, hombrecitos blancos en BBBB, los vaqueros en A house in Asia y en Birdie los animalitos. En Kingdom, por primera vez en muchos años, las maquetas no tienen figuras, porque ya tenemos a los actores, y hemos creado un tipo de maqueta a escala humana. Y tú dirás, ¿pero esto es escenografía, no? No, para nosotros siguen siendo maquetas, hay un tipo de interacción con estos objetos que está pensada para verse en cámara. Estamos haciendo cine en tiempo real y usamos utilería. Hemos modificado un poco el concepto”. Álex Serrano one more time.

Llámalo cine en tiempo real, llámalo teatro. Esta particular mezcla de lenguajes, que combina lo tecnológico con lo artesanal, es eminentemente teatral, más que nada porque los creadores y los espectadores comparten espacio y lo que sucede, sucede en el presente compartido, creación instantánea y genuina como pocas. El público que ya conoce el trabajo de esta compañía catalana se presta gozoso al pacto de mentira, al artificio, porque es una máquina de estimulación de la imaginación, del intelecto y de la emoción. Sabemos que por mucha cámara y pantalla que pongan, eso no es cine. Y Sr. Serrano juega esta circunstancia como un ingrediente más: yo sé que tú sabes que esto no es real y como sé que lo sabes te muestro el truco, la ficción, el cómo lo hacemos.

Pero los “nuevos” espectadores suelen tener reacciones menos entregadas. “Hay dos reacciones principales entre el público que no conoce este tipo de teatro o que es la primera vez que ve algo así. La primera te dicen “yo no había visto nada antes así en el teatro y me encanta”. Y la otra es “esto no es teatro”. Y es muy sintomático. Todo ocurre según el tipo de complacencia que uno vaya buscando en una sala de teatro. Nos hemos acostumbrado, mal que nos pese, a que el teatro sea algo muy complaciente, entramos para que nos expliquen algo que ya sabemos más o menos cómo es, cómo va a funcionar, cómo va a acabar y cómo nos va a satisfacer, es algo propio de la cultura del show bussines, de la cultura del espectáculo, del pop, del producto cultural de consumo. Nosotros somos eso también, estamos ahí, no nos libramos, pero el hecho de que intentemos al menos  hacerlo de forma diferente, genera que el espectador esté como más despierto, más atento, más emotivo.” De nuevo, Álex Serrano.

 

Kingdom se estrenó en el último Festival GREC de Barcelona, el pasado mes de julio. El estreno es un final y un principio. Final de un proceso de gestación que viene durando 2 años en el quehacer habitual de la Agrupación Señor Serrano, que emplean este tiempo desde que les aparece una primera imagen que marca el inicio hasta que levantan el telón por vez primera (aunque telón telón creo que no han levantado estos en su vida, en el sentido literal). Es lo que necesitan, como ellos dicen, no para hacer un teatro documental, sino un teatro documentado. Una vez que estrenan, el trabajo no acaba. Lo exponían así en un post de Facebook el 24 de septiembre de 2018:

“La física cuántica constata que un observador tiene la capacidad de modificar lo observado con tan solo mirarlo. En teatro, al menos el nuestro, también. Kingdom y la mirada de los otros: no se entiende qué se pretende explicar, es repetitivo, el ritmo decae, la segunda parte carece de interés, la escena final es basura, no se sabe si el espectáculo es un gato o un perro. Después de un estreno existe vida. Encerrarse de nuevo con el vídeo de la pieza y el listado de comentarios y exabruptos. Rehacer textos, cambiar orden de escenas, tirar materiales. Una y otra vez. Una y otra vez.”

Antes de estrenar ahora aquí, en Madrid, la habrán hecho unas cuantas veces más. Puede que estemos ante Kingdom 3.0 o 4.0 o vete a saber. Lo que es seguro es que veremos un espectáculo más pulido. No siempre es mejor asistir al estreno absoluto de algo, ¿no? Perderemos espontaneidad. Ganaremos solvencia. Eso sí, la irreverencia de Kingdom estará intacta o sería ir en contra del propio espectáculo. No puede concebirse una pieza que habla de consumo, virilidad, publicidad, punk rock, supermercados, crecimiento descontrolado, multinacionales, golpes de estado, zoofilia, trap y hombres de fiesta, sin irreverencia.

Finalmente -le pregunté a Álex Serrano- ¿qué queréis transmitir con Kingdom?

“El mundo se va a la mierda. Vamos a celebrarlo. Decía un filósofo que la historia de nuestro pasado debería relatarse a partir de aquellos sucesos en los que no nos hemos puesto de acuerdo, de los que han generado controversia y conflicto, que no generan consenso. La Historia está llena de ese tipo de sucesos. Uno de ellos es: ¿el capitalismo es bueno o malo? Si miramos al mundo o a la Europa de hace 70-80 años, estábamos en guerra, había más pobreza, había más analfabetismo y nos moríamos antes, es decir, el mundo ahora cada vez está más educado, mejor alimentado y más equilibrado. Pero algo nos dice también que esto no funciona, es un sistema que nos favorece pero a la vez en cierta manera nos mata, y esto es lo que nos interesa del sistema capitalista, y por eso creo que es muy oportuno decir que el mundo se va a la mierda, vamos a celebrarlo: vivamos esta contradicción, el mundo se va a la mierda porque el capitalismo, por muy fagocitador que sea, no va a poder evitar destruirnos, ya lo estamos viendo, queda muy poco tiempo, y nos están alertando, ya es muy evidente que este sistema nos está envenenando, pero aun así, es un sistema que nos ha dado felicidad y nos la sigue dando, es una moneda con dos caras muy diferentes”.