Las Explicaciones

Programa de mano para Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque, publicado en mayo de 2021

 

LAS EXPLICACIONES. Los Bárbaros

 

Cuando el presente ha renunciado al futuro, 

debemos escuchar las reliquias del futuro 

en las potencialidades no activadas del pasado.

Mark Fisher

El caminante vocacional que es el ser humano detiene en ocasiones sus pasos, por voluntad propia u obligado por las circunstancias. En ese momento se suceden tres gestos que definen toda su ontología: el caminante se mira primero sus pies quietos, luego mira hacia atrás y finalmente vuelve a mirar hacia delante antes de reemprender la marcha. La pandemia ha sido -está siendo- una de esas circunstancias que nos han obligado a parar y a ser más conscientes del tiempo y de su paso. Es en estas circunstancias cuando nace el deseo en el seno de la compañía Los Bárbaros de revisar su pasado para seguir imaginando futuros. El núcleo de Los Bárbaros lo componen Javier Hernando y Miguel Rojo y su primer trabajo se estrenó en 2005 en la Sala Triángulo, dentro del añorado festival Escena Contemporánea. Javier y Miguel decidieron, en el año 2020, volver la mirada hacia aquel primer trabajo, cuando solo tenían 18 años, para construir su última pieza.

Seguro que habéis jugado alguna vez, sobre todo en la juventud, a imaginar qué sería de vosotrxs 10, 15, 20 años más tarde. En aquella primera pieza de Los Bárbaros sucedía que aquellos dos jóvenes de 18 años imaginaban cómo serían sus vidas cuando cumplieran 35. Y es ahora, cumplidos ya los 35, cuando pueden reflexionar sobre el sentido de imaginar futuros y si es una práctica tan imprescindible como abocada al fracaso. Cuestionar ese sano ejercicio de la imaginación del futuro es crucial en un tiempo, el nuestro, en el que el futuro se adivina oscuro; toda expectativa está hoy atravesada por la incertidumbre que se ha terminado de instalar en este año pandémico, cerrando el ciclo abierto con la crisis de 2008. “¿Para qué sirve proyectar tanto y ocuparnos tan poco del presente?”, se pregunta Javier Hernando. Y esa pregunta, tercia Miguel Rojo, “es una de las grandes preguntas de esta obra”. Y continúa Javier: “por supuesto que hay que seguir pensando e imaginando el futuro, pero hacia dónde, con qué sentido y, sobre todo, para qué: ¿es para hacernos un cuento de la lechera o es desde otro lugar? La pieza se plantea esa gran pregunta, entre otras, porque además se trata de ver cómo la proyección de un futuro es también una representación que te haces de tu vida. Y eso nos lleva a otra pregunta muy teatral: ¿qué sentido tiene representar, qué distancia hay entre el modelo y su imagen?”.

Lo que vamos a ver representado en Las Explicaciones está estructurado en dos partes. En la primera de ellas, vemos en pantalla una secuencia filmada donde, con 18 años, Javier y Miguel, interpretados por dos mujeres mayores que ellos, repasan la escaleta de aquella primera obra de Los Bárbaros a un mes escaso de su estreno, sentados en un entorno rural, en las inmediaciones de un pueblo de Castilla. En aquella obra imaginaban diversas situaciones venideras para ellos: en un futuro imaginado son oficinistas trabajando en un gran edificio, en otro triunfan en los teatros de la Gran Vía, en otro siguen viviendo con sus padres en la habitación de adolescente, en otra han roto con todo y se han ido a vivir al campo… En la segunda parte de Las Explicaciones, las mismas actrices, ya en escena, cuentan qué pasó después de aquel primer estreno de Los Bárbaros y cómo han llegado realmente al día de hoy. La obra acaba con una coda final en la que se da unidad y sentido a las dos partes a partir de “las explicaciones” que hacen de título.

Esta estructura y todo su contenido comportan una gran cantidad de significantes y cuestiones, casi todas ellas en pareja, a modo de binomios: es una obra en dos partes en la que, podríamos decir, una es cine y la otra teatro. Eso da para pensar en la relación entre estos dos medios de expresión y en su convivencia, en la omnipresencia de las pantallas exacerbada durante los confinamientos, en el propio teatro como herramienta de representación y, de ahí, en el teatro que se hacía en aquel Madrid efervescente de 2005, punto de inflexión entre lo que fue el movimiento inicial de las salas alternativas de los años 90 del siglo XX y el boom del llamado “off teatral” a partir de 2009 más o menos, que llegaría a su punto álgido en plena crisis para terminar por pincharse como la burbuja inmobiliaria, revelando todas las precariedades que, paradójicamente, lo sostenían. Es una obra de binomios, decíamos, porque pone a (con)jugar en presente el pasado y el futuro, porque sigue la estela de la actualidad (económica, política, filosófica) medida en términos de realidad y ficción, porque juega a superponer el adentro y el afuera, porque son dos hombres de 18 años interpretados por dos mujeres más mayores, porque hay un planteamiento medular en torno a la relación entre el modelo y su imagen, porque rompen las fronteras entre lo privado y lo público, dos entornos de límites cada vez más desdibujados.

“Decía Ricardo Piglia -recuerda Miguel- que hay que estar haciendo pactos de ficción todo el rato para creérselo todo. Nosotros llevamos un año y medio dándole vueltas a todo esto, preguntándonos por la realidad y la ficción y por la idea de representación.” Javier apunta también que “es importante pensar qué demonios es hacer algo delante de la gente y que eso tenga sentido. Un gesto sencillo, simple, contenido, puede y debe estar cargado por debajo de mucho sentido, para ver cómo desde lo cotidiano se pueden hacer tomas de profundidad”. En la sencillez de los gestos rotundos está la espuela para seguir cabalgando como el indio del cuento de Kafka, aun sin riendas, sobre un caballo sin cabeza, porque pese a que nunca una representación del futuro se cumpla, imaginarla te pone en marcha. Lectura, finalmente, optimista contenida en Las explicaciones, que más que una buena idea, que también, aspira a ser, dice Miguel Rojo, “un buen poema”.

“…el poeta es un fingidor que finge constantemente,

que hasta finge que es dolor, el dolor que en verdad siente”

Fernando Pessoa