The Mountain

Programa de mano para Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque, publicado en noviembre de 2020

 

THE MOUNTAIN. Agrupación Señor Serrano

Foto: ©Jordi Soler

 

¿Está atravesando la verdad la peor crisis de la historia humana o siempre ha sido igual de viscosa como concepto? La posmodernidad ha hecho evidente, junto con el progreso tecnológico, la multiplicidad en la generación de subjetividades (y, por tanto, de verdades) y el relato hegemónico, viniera de donde viniera, ha saltado por los aires en mil pedazos. Quizás Fukuyama tenía razón y la Historia finalizó, y desde mediados de los años 70 vivimos en un simulacro global donde todo es verdad y mentira y viceversa. Un tiempo oscuro que abona la fe frente a la confianza, credulidad frente a creencia. ¿De quién nos fiamos? ¿En qué y quién confiamos? El suelo es ‘blandiblú’ cuando no directamente un tapiz de arenas movedizas, y hemos de tener muy claro qué árbol hay detrás de la rama a la que podemos agarrarnos para extraernos del hundimiento. “El combate contra la credulidad -escribe Marina Garcés en Nueva ilustración radical- no es el ataque a cualquier creencia. Las creencias son necesarias para la vida y para el conocimiento. La credulidad, en cambio, es la base de toda dominación porque implica una delegación de la inteligencia y de la convicción”.

La verdad es el tema, es verdad. El tema de esta última pieza de Agrupación Señor Serrano. No es un tema que venga dado por el tiempo pandémico que vivimos, porque esta compañía catalana dedica unos dos años a llevar a cabo cada una de sus creaciones, pero -qué duda cabe- es más oportuno que nunca. El tiempo pandémico ha exacerbado los debates en torno a la verdad porque ha exacerbado a su vez los mecanismos -políticos, económicos, históricos- de la mentira. Pero el tema es tan viejo como la Humanidad (es el tema del platónico mito de la caverna) y los niños siguen usando eso de “verdad verdadera” como si con solo decir que algo es verdad no bastara. ¿Qué le pasa, pues, a este concepto, para que su contundencia esté siendo siempre torpedeada? A tal punto hemos llegado que, como señala Àlex Serrano, se le dedica casi más tiempo en los medios a desmentir la noticia falsa que a la propia noticia (ahí están los nuevos canales tipo Newtral o la tan traída y llevada maldita hemeroteca) y los historiadores rigurosos se las ven y se las desean para volver a rubricar la certeza de los hechos frente a los revisionistas reaccionarios.

Señor Serrano se enfrenta así a un tema en extremo complejo, una montaña cuya conquista es tan hostil y despiadada como pueda ser la ascensión al K2 o al Everest. De hecho, esta última cima es una de las protagonistas de la pieza. Cierto que nada de lo que emprende Señor Serrano es sencillo. Dado que la vida no es una y lineal, el reflejo que ellos nos dan en el escenario tampoco lo es. Multidispositivo, multipantalla, multidisciplinar. Un espectáculo de Señor Serrano es como un río que discurre alimentado por diversos afluentes. Es el río de la verdad y la mentira que emula al paradisíaco árbol del bien y del mal. Si nos bañamos es ese río estamos perdidos, pero ¿qué otra cosa podemos hacer? ¿No vale más comer del fruto prohibido y henchirse de experiencia que quedarse a verlas venir?

Los manantiales que nacen y mueren en esta montaña son tres: Orson Welles y su histórica retransmisión radiofónica de La guerra de los mundos de H.G. Wells; el Everest y la primera expedición británica que intentó ganar su cumbre en 1924, con George Mallory al frente; y Vladimir Putin, “el showman de la verdad”, auténtico M.C. de la pieza. “La guerra de los mundos de Orson Welles -relata Serrano- es el gran ejemplo clásico sobre la manipulación de una audiencia y la generación de confianza, que esconde una batalla por la misma entre la prensa escrita y la radio, que acababa de irrumpir y amenazaba el imperio mediático de los periódicos. Welles cuenta una ficción haciendo uso de los mecanismos de la verdad”. Esto es hoy el pan nuestro de cada día. Ficción y realidad contaminadas la una con la otra y a río revuelto, ganancia de pescadores.

Sobre esta idea primera se superpone luego el nivel metafórico que aporta aquella primera expedición al Everest, que no ha quedado en la historia como primera conquista de la cima del mundo porque a Mallory se le perdió de vista a 320 metros de la cumbre y no se encontró su cuerpo -momificado por el frío- hasta 75 años después, 2.000 metros más abajo. Ni se sabe ni se sabrá nunca si alcanzó su meta, una verdad escurridiza y borrada por la tormenta que ocultó su vigorosa ascensión. Hay algunos elementos, como cuenta la pieza, que podrían sacarnos de dudas, pero en forma de objetos y testimonios enterrados en un glaciar del Himalaya, elementos que se siguen buscando y que, como la verdad, serán objeto de una pesquisa eterna que, quizás, no tenga solución final.

El teatro es el lugar idóneo para jugar con la verdad y la ficción, con el presente de la actuación y el pasado de la narración. Señor Serrano genera, con su multidispositivo, la curiosidad necesaria para querer seguirles en esta expedición que comanda el avatar Putin. “Para que esta ficción se vaya construyendo -continúa Àlex Serrano- introducimos a este gran cuestionador que es Putin, que se dirige directamente al público deslegitimando la idea de la verdad y sus mecanismos, poniendo en duda ese camino tortuoso del conocimiento que nos debe llevar a la verdad. Putin es como nosotros, al fin y al cabo, blanco, occidental, heredero del saber, de la razón, de la libertad, por lo que lo que hacemos es cuestionarnos a nosotros mismos”. Lejos de los bufones tipo Trump o Berlusconi, la sofisticación de Putin y el enigma que siempre le rodea nos ponen de frente a esta época en la que los enemigos de la democracia han ido ascendiendo gracias a ella y son capaces de enarbolar la bandera de la libertad en un ejercicio de cinismo y propaganda que, por detrás, atiborra las cloacas de la deshumanización, ¿verdad?

 

The Mountain // Trailer from Agrupación Señor Serrano on Vimeo.