Crítica: El minuto del payaso

Publicada en Time Out Madrid el 19 de septiembre de 2015
Vista en el Teatro Español
AUTOR: José Ramón Fernández
DIRECTOR: Fernando Soto
INTÉRPRETE: Luis Bermejo

La culpa de todo la tiene Miliki. No lo digo yo, lo dice Amaro Junior, el payaso al que da vida Luis Bermejo en este maravilloso monólogo que, por fin, ha encontrado un escenario a su altura en Madrid. Porque se estrenó hace año y pico en una sala off (Lazonakubik) y es tal su calidad y su profundidad, su rotunda trascendencia catártica, que esperamos que estas tres semanas en el Español sean un imán para los espectadores. Porque es una obra ideal para salir enchufado a la vida, creyendo en uno mismo y en los demás. La risa es una constante de principio a fin y pese a estar viendo a un payaso preparándose, quejumbroso, para una actuación, no es que volvamos a ser niños frente al eterno clown de circo, sino que es el payaso el que nos enseña, a través de su esencia desnuda, que vale la pena seguir soñando y persiguiendo nuestros deseos más honestos, desde la madurez.

La culpa de todo la tiene Miliki, sí, ese payaso revolucionario que sólo con una nariz roja sabía encandilarnos, sin necesidad de pintarse la cara ni colocarse trajes pomposos. La obra esconde un encendido homenaje a los grandes payasos, desde Charlie Rivel hasta Pepe Viyuela, y consigue anotar uno más en esa lista: Luis Bermejo. Ya demostró hace años que la clave clown la domina como nadie en aquel memorable montaje de Hernán Gené, “Sobre Horacios y Curiacios”. Pero aquí ha entrado en el olimpo con su mezcla de exceso y tiento, con su desparrame gestual y su capacidad innata para conectar con el público. Bermejo es un payaso cabreado con la trivialización, es un rebelde que sólo quiere que las cosas se hagan bien, con respeto, porque su trabajo lo vale. Porque un payaso también se juega la vida y tan solo en un minuto puede poner el mundo patas arriba. Vayan a verlo, rían, vibren, emociónense y, al final, griten fuerte: ¡¡papapacho!! Saldrán transformados.