No es la ingenuidad ni la ternura

NO ES LA INGENUIDAD NI LA TERNURA

…contra el reloj. Ardiendo el corazón de IRA por la castrante sensación de que ir contra el reloj es estúpido. Pero corriendo. Ardiendo y corriendo, bola de fuego. Bala que disparas, tú, mujer sin rostro de la foto.

 

…morir matando. ¿Quién eres tú? ¿A quién apuntas? ¿Policía o soldado? Esos puntos blancos de la pared… ¿metralla? Las guerras de vecinos son las más duraderas. Nunca acaban en realidad, por muchos armisticios que se firmen. Quince o veinte mil personas entre barricadas no podían deparar nada bueno aquel domingo. Pudiste ser tú, mujer de falda y chaqueta de cuero, mujer del Kalashnikov… quizás no sea un Kalashnikov… parece demasiado grande para ser un Kalashnikov… ¿Qué defiendes, mujer? ¿Qué disparas? ¿Qué emociones despiertas?

Domingo. Primera hora de la tarde. Acabamos de comer. Salimos a la manifestación. Hay gente por todas partes. Hay buen ambiente. Hay coraje y hay sonrisas. Hay miradas profundas, en la cercanía y en la lejanía. Salimos en familia, con los hijos, con los padres. La tarde es fría, pero apacible. Nos mezclamos. Casi nos olvidamos que estamos de guardia. Por lo que pueda pasar. Pero el cuerpo ha memorizado ciertos quiebros. El cuerpo entero es un radar. Salimos sin nada. Salimos sin armas. Pero todo está dispuesto. Por lo que pueda pasar. El ejército y la policía siguen apostados al otro lado del río. Los paracaidistas han anunciado su inminente llegada. He dormido poco. Anoche acabamos bailando en el sótano. Fumamos mucha marihuana. Poníamos Rock and roll, de Led Zeppelin, una y otra vez, y entrábamos en éxtasis. Lonely, lonely, lonely, lonely, lonely time. Todavía me asalta, me vuelve a la lengua cada dos por tres. Llevo al niño de la mano y le balanceo el brazo siguiendo mi ritmo mental. Por dentro de mí suena la voz de Robert Plant, recurrente. Los soldados empiezan a quitarse las boinas y a ponerse los cascos. Eso sólo puede responder a una orden de defensa o de ataque. O de ataque y defensa.

Cuando el niño quiso mirar hacia arriba tras notar que le soltaba la mano, yo ya no estaba allí. Volvían “los problemas”. En realidad, los hechos que pasan a la Historia, pasan muy rápido. Del cuerpo general de la marcha se desmigaja un grupo. Se salen del itinerario acordado. Se acercan a ciertas barricadas. Se llenan de piedras los bolsillos. Palabras y piedras. Gritos y piedras. Por lo que pueda pasar. Dos o tres disparos al aire. Primeros botes de humo. Confusión. La medida perfecta para que la cordura descarrile. Para que el río se desborde. Para que la marcha pacífica comience su metamorfosis y mute en batalla.

El sujeto posmoderno es incapaz de distinguir entre realidad y fantasía. El sujeto posmoderno ha nacido, crecido, jugado y pensado en un ambiente en el que no se distingue la guerra de la paz. Perverso juego de discursos que se interrelacionan. Se intenta descifrar el mundo, pero hay tantos lenguajes que lo escriben…

Todo empieza cuando el yo-escritor mira una foto. Una mujer empuñando un arma, apostada en una esquina. Se tomó en 1972, en Londonderry. Sunday Bloody Sunday cantó U2. El yo-escritor piensa en los conceptos “mujer”, “empuñando” y “arma”. Luego los quiere enfrentar a los conceptos “masculinidad”, “fuerza”, “defensa”, “protección”, “lucha”. Más tarde se topa con la leyenda de las jóvenes vírgenes suicidas de Los Vosgos. Finalmente, embarranca en los lodos del relato.

NO ES EL CANDOROSO BALANCEO DE LA FALDA EN LOS PASEOS TARDÍOS

No pude soportar la escena: mi hermano tendido en el suelo boca arriba y la cara destrozada por un balazo de los paracaidistas. Cogí un arma y empecé a dispararles. Era como si hubiera nacido en la trinchera. Como si hubiera hecho entrenamiento militar desde la más tierna infancia.

Mientras apoyaba el mentón en la culata, más que oír el ruido, amalgama de gritos, explosiones, helicópteros, detonaciones de mayor o menor calibre, sirenas y paredes deshaciéndose como castillos de naipes, oía a mi madre. Era mi madre la que hablaba dentro de mí, la que jadeaba de dolor, la que se golpeaba el bajo vientre con la boca abierta llena de babas.

Tiene la mirada más dura que he visto nunca.

Yo no sé el por qué… No lo sé…

Mira la foto.

Se diría que tengo estilo. No parece una foto de hace 40 años. Si no llevara un fusil podría convertirse en un icono, como el palestino arrojando un cóctel molotov o Simonon golpeando su Fender contra el suelo. Pero ya no. London calling es la canción oficial de las olimpiadas de Londres. ¿Te das cuenta qué fracaso tan grande?

Resopla. Se enfada. Cierra los puños. Todo casi en silencio.

Estuvo bien. Está mal, pero estuvo bien. Cosa de tiempos verbales. El pasado es el pasado y el presente es el presente. Estuvo bien. No me arrepiento de haber disparado. No me arrepiento de haber herido o matado.

No, nunca lo supe. 

Blog1

 

 

Publicado en el blog de El hombre perdiz el 18 de mayo de 2013

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