Ejercicios de amor

Programa de mano para los Teatros del Canal, publicado en febrero de 2020

 

“La isla flotante es el terreno incierto que puede desaparecer bajo los pies, pero que puede permitir el encuentro, la superación de los límites personales”

Eugenio Barba

Esta es probablemente la última oportunidad que tendremos en Madrid para vivir Ejercicios de amor. Porque esta obra se vive. Estrenada en 2009, esta celebración del amor y la amistad es uno de los hitos en la trayectoria de la compañía valenciana El pont flotant, que se fundó en el año 2000. Nacía entonces una nueva compañía para un nuevo milenio, una nueva compañía llamada a dejar una impronta indeleble en los corazones y un regusto dulce en el intelecto. Eran amigos. Habían aprendido el entrenamiento actoral que compartían en el Odin Teatret de Eugenio Barba. Se pusieron a estrenar obras y a forjar un sello y en 2006, con Como piedras, empezaron a petarlo. Y con el éxito, los amigos se juntaban menos para hablar de sus cosas de amigos y más de sus cosas de creadores de una compañía teatral. Y parece que un día se pararon, se miraron y se dijeron: ¿qué pasa, que parece que nos hemos olvidado de que nos queremos? Hagamos un espectáculo que celebre este amor, este cimiento nuestro.

“De repente –rememora Jesús Muñoz, actor y uno de los cuatro fundadores de la compañía- empezamos a sentir que nos estábamos desvinculando un poco, nos estábamos olvidando de qué era lo realmente importante para nosotros como compañía. Era el amor, aunque suene cursi, era esa amistad profunda que hacía que siguiéramos juntos y respetándonos. A eso se unía el hecho de que estábamos en una época de nuestra vidas, con treinta y pocos, en la que empiezas a dejar de ver a los amigos de toda la vida.” Ni que decir tiene que, 11 años después, a pesar de la evolución de los propios ejecutantes (que también tienen 11 años más), esa cuestión de dejar a un lado las relaciones personales, darles el espacio que nos sobra cuando hemos cumplido todos los compromisos laborales en la era de la multitarea, está más vigente que nunca. Le dedicamos muy poco tiempo a las relaciones personales en la era de Tinder, donde el sucedáneo que llamamos amor tiene la vida útil de un tuit. Menos virtualidad, menos viralidad y más carnalidad.

Así pues, aunque parezca cercana su fecha de caducidad, seguir haciendo Ejercicios de amor 11 años después tiene todo el sentido, no solo por celebrarse ellos mismos (tienen la excusa perfecta ahora que cumplen 20 años como compañía) e involucrarnos como espectadores en su celebración, sino porque el mensaje que deja esta obra debe ser gritado a los cuatro vientos. Que esas frases manidas vuelvan a arder en los labios: todavía estamos a tiempo… será una noche inolvidable… esta noche vamos a besarnos y a bailar a base de bien… no me imagino la vida sin ti… sin ti no soy nada… nunca te olvidaré… y el rumor del mar de fondo en esta postal soñada. Ejercicios de amor es eso, un espacio y un momento alejados de la realidad cotidiana para reflexionar acerca de las relaciones entre los seres humanos y donde poder ilusionarnos en los dos sentidos de la palabra: la ilusión como mentira y la ilusión como deseo.

“Nosotros mismos –continúa Jesús Muñoz- tenemos una conexión muy fuerte con esta pieza. Es esta conexión entre nosotros y de nosotros con la obra lo que la mantiene viva y evolucionando con nosotros en el tiempo”. Ejercicios de amor está planteada como un recorrido por diferentes espacios donde ocurren distintas escenas que tienen que ver con las partes de la celebración. Joan Collado, otro de los fundadores, es profe de secundaria, así que nadie mejor que él para enseñarnos, con toda la vis pedagógica de que es capaz, las fases del amor. Pero en esta clase hay unos cuantos gamberros. Y nosotros como espectadores empezamos a aflojar al ver cómo se ríen de ellos mismos, uno de los secretos mejor guardados de El pont flotant. “El humor –otra vez Jesús- es indispensable, más cuando hablas de temas tan trillados y tan trascendentales al mismo tiempo. Si te pones categórico, a los 10 minutos yo me levantaría y me iría. El teatro no es lugar para darle lecciones a nadie, sino un lugar básicamente experiencial, donde cada cual se va a su casa después de haber transitado en un viaje emocional y reflexivo. Y el humor es la herramienta ideal para no caer en tópicos, para reírse de uno mismo”.

El humor y el respeto, porque Ejercicios de amor invita a los espectadores difuminando mucho las fronteras entre realidad y ficción, se busca que el espectador borre un poco los límites de su rol tradicional, que esté menos analítico y más disfrutón hasta olvidar que está en una obra teatral, pero siempre respetando el espacio personal, la identidad de espectador, sin transgredir su espacio. Se abre un espacio de participación, pero no se invade. Y en ese ejercicio de equilibrismo, no se sabe cómo ni de qué manera, la gente pasa de la risa al llanto, la emotividad se apodera del ambiente y la obra empieza a fundirse con tu momento personal para multiplicar sus efectos. “Cuando abordamos un trabajo lo hacemos desde una motivación real y buscamos que nuestra implicación sea honesta y profunda. Cada trabajo que hacemos nos cambia un poco la manera de ser y relacionarnos con el mundo. Hay un proceso personal detrás de cada obra nuestra, ligado a lo artístico, que de alguna manera traspasa. Si te emocionas con Ejercicios de amor, es porque antes ya nos hemos emocionado nosotros muchas veces”.

Ojalá sigamos celebrando otros 20 años con El pont flotant, un grupo de amigos que desde la periferia de la península, desde una Valencia no siempre bien ponderada en lo teatral (por sus responsables políticos los primeros), han conquistado un estilo único y un lugar propio. Ya lo dice Eugenio Barba: “se puede permanecer físicamente durante meses y años en el mismo sitio y ser, sin embargo, un viajero de la velocidad, gente que habita su propio cuerpo y que atraviesa lugares y culturas distantes a miles de años y kilómetros, que se siente en sincronía con pensamientos y reacciones de hombres lejanos por la piel y por la historia”.