Crítica: Celestina

Publicado en Time Out Madrid el 16 de abril de 2016
Visto en el Teatro de La Comedia
Autor: Fernando de Rojas
Director: José Luis Gómez
Intérpretes: Marta Belmonte, Raúl Prieto, José Luis Gómez, Nerea Moreno, Miguel Cubero, Chete Lera, José Luis Torrijo, Inma Nieto, Miguel Cubero, Diana Bernedo y Palmira Ferrer

En una palabra: decepcionante. La ‘Celestina’ de José Luis Gómez pincha en casi todos los aspectos de la creación escénica, lo cual duele más sabiendo que es una gran producción de una compañía pública a partir de un texto importantísimo de nuestra literatura. Lo más sorprendente es comprobar cómo puede cuajarse un montaje tan aburrido con unos ingredientes tan sobresalientes. Para empezar la propia ‘Tragicomedia de Calisto y Melibea’, una obra de un realismo descarnado que sorprendió en su época por su apuesta por la libertad y su retrato de la mezquindad humana, saliendo como se salía de esa oscura Edad Media. Una obra fundacional que influyó en Cervantes y en Calderón poderosamente, que anuncia la picaresca y hasta hay quien dice que contiene el germen de ‘Romeo y Julieta’.

La concepción plástica del montaje, en concreto la escenografía, es muy bonita, sí, pero de nada sirve poner a corretear a los personajes por escaleras y pasarelas metálicas si no se juegan de verdad los simbolismos espaciales. Y luego esa apuesta por el escenario inclinado que abona la incomodidad manifiesta de los actores. Porque los actores destilan incomodidad en muchas ocasiones, la incomodidad de no saber muy bien lo que están haciendo. Clama al cielo que con semejante elenco, plagado de talentos como Raúl Prieto, Chete Lera, Inma Nieto, Torrijo o Nerea Moreno, ninguno de ellos juegue con soltura sus personajes. Están muy mal dirigidos, tanto que parecen malos actores cuando sabemos que no lo son. Sin ir más lejos, la última escena, la que cierra la obra, con ese extrañamente lánguido y apesadumbrado monólogo de Chete Lera: de cortarse las venas, vamos.

Podríamos encontrar la razón a todo este despropósito en una supuesta idea de divismo por parte de Gómez, pero es que ni siquiera él brilla cuando todos sabemos que es uno de nuestros mejores actores de todos los tiempos. Siempre basculando, a la hora de encarnar a la puta vieja alcahueta, entre una señora de Huelva sin gracia y un académico de la lengua que lucha contra su dicción castellana, sus decisiones como director en ocasiones incluso rayan lo insultante y lo machista, porque la escena del encuentro sexual entre Calisto y Melibea confunde la pasión desenfrenada con la violencia gratuita. Es, en fin, un montaje fallido que -así somos- será muy aplaudido.